El miedo es un mecanismo de autodefensa del organismo animal para protegerse en situaciones de peligro, pero lo curioso de la mente humana es que a veces ve peligro donde no lo hay, y es inevitable el ponerse nervioso y sufrir ante una amenaza a priori inexistente.
En el caso de Chris Cole, a.k.a Manyfingers, se sufre al verlo en directo. Se sufre por verlo tan nervioso cuando no debería, porque a su música se le perdona todo, que se equivoque o que no domine los instrumentos, puesto que lo importante no es ni el proceso ni el resultado final en sí, sino la emoción que transmita. Y esa emoción es melancólica, pero tan sanadora como enfrentarte a tus temores y dejarlos atrás. En cualquier caso la melancolía es un estado del alma, transitorio, pero que a veces se queda demasiado tiempo.
¿Cómo ha sido la experiencia de tocar en un lugar como éste?
Es increible estar en Tenerife para tocar como Manyfingers por primera vez. Ya había estado hace unos años junto a Matt Elliott, pero en este sitio me siento relajado, lo cual es irónico porque en el escenario estaba fuera de control. Me gusta tener las cosas controladas en todo momento y como en este espacio no podía hacerlo, me puse nervioso.
Tu actuación junto a Laura Marrero fue espontánea y el resultado no podía haber sido más espectacular. ¿Habías actuado anteriormente con una bailarina?
Manyfingers y Laura Marrero |
Nunca, antes de actuar lo pedí expresamente para así desviar la atención. Quería poner otra referencia visual para evitar que la gente me mirara, porque observarme es como ver a un animal asustado. La música que hago es muy dura de componer para mí y siendo filosófico sobre el concierto, no fue exactamente como quería, pero espero que la gente viera lo que estaba tratando de transmitir.
El hecho es que Manyfingers es un proyecto arriesgado. Tocar varios instrumentos y secuenciarlos, ¿no hace que sea más fácil equivocarse?
Sí, como consecuencia de ello muchas cosas pueden salir mal, pero honestamente prefiero equivocarme. Tengo mucho respeto por el público y no puedo ofrecerles material pregrabado pulsando simplemente la tecla de espacio, porque la gente sabe que no es real. Prefiero hacerlo así aunque salga mal, para evitar la experiencia de karaoke.
Es maravilloso para mí el venir aquí, porque vivo en el campo en las afueras de Bristol, cuido de mi hijo y hago labores manuales para mantenernos. Es difícil ser músico, no me estoy quejando ya que
es mi elección, pero es muy complicado hacer música en la tranquilidad de tu hogar e intentar trasladárselo a una audiencia.
Siempre sufro por asustarme en el escenario porque creo que elegí el negocio equivocado, me encanta hacer música, pero odio el marketing y la promoción, es una lucha entre hacer lo que hago en casa y tener el coraje para mostrárselo a la gente. Aunque esté nervioso, espero que la gente aprecie lo que hago.
Como la paternidad, que también es incontrolable, aprendes cometiendo errores.
Cuando tienes un hijo es parte de tí, pero una parte de tí que no puedes controlar, trato cada día de asimilar que algo que he creado es una entidad viva. Es extraño, antes cuando estaba de gira y algún niño lloraba, era infernal por la frecuencia del llanto. Ahora cuando pasa me sorprendo buscando fotos de mi hijo en el teléfono.
De hecho ahora hay un festival de música exclusivamente para niños, el Sónar Kids.
¿Sónar Kids? Imagino que será una experiencia bastante más placentera. Cuando actué en el Sónar fue un muy buen concierto, pero hay gente muy elitista por allí.
Dejando a los niños de lado que nos enternecemos y acábamos hablando de su vida y obra, ¿cómo es el proceso de componer desde un loop sencillo hasta completar un tema?
El único instrumento que realmente puedo tocar es la batería, y esta noche ha sido difícil para mí porque muchas partes no pude tocarlas dadas las características del espacio. Solía tocar en bandas (como Movietone) y me gustaba coger un instrumento sin ningún tipo de estudio previo y sin importarme si no podía tocarlos bien, porque era más como una experiencia sónica.
Pero también te guías por bastantes notas
Necesito las notas para tocar. Habrás visto que el chelo que he tocado tenía montón de cintas con números en ellas. Los músicos de corte clásico cuando me ven ponen cara de disgusto y me dicen que aprenda a leer música, pero no tienes que tener estudios clásicos para hacer música, lo importante es tratar de comunicarte con tu alma, y espero que el público la pueda ver en mi música aunque me ponga tan nervioso y me equivoque. Tampoco puedo decir que esta música representa mi vida, pero de cierta manera me veo en la necesidad de dejarle un legado a mi hijo.
Entonces, ¿cuántos instrumentos has llegado a tocar?
He sido autodidacta en la batería, chelo, guitarra, trompeta, acordeón... Un amigo percusionista de mi familia me vió tocar y me dijo que lo que hacía era una basura, que tenía que empezar desde el principio. Todo instrumento que he tocado después de la batería era simplemente para tratar de entender el concepto del ritmo, pero reitero que no toco realmente ningún instrumento. Es muy difícil para mí justificar lo que hago, ya que no compongo mi música por ningún reconocimiento. Uno de mis principos filosóficos es KOLB, que se simplifica en que empiezas un proyecto y tienes el final en mente. No me gusta el viaje, si pudiera me teletransportaría al final, no me gusta no ser capaz de hacer algo. En todo el proceso de composición de empezar con un loop hasta crear una sinfonía, ocurren muchos accidentes en el camino y se trata de elegir cuales son los que permanecen. Me gustan los accidentes, así es como los discos ocurren.
¿En la actualidad estás trabajando en algo nuevo?
Sí, pero de hecho Manyfingers acabó para mí hace 4 años. Han cambiado muchas cosas en mi vida pero soy muy consciente de quién soy, y sigo teniendo pensamientos oscuros en mente. Creo que prefiero los errores a hacer las cosas de manera correcta y quizás es por eso por lo que nunca seré famoso.
Texto y fotos: Rayco Arbelo y Eva Sanabria